Sentirte a la mañana, la suavidad de tu piel entre las sábanas, el calor tibio de tus ganas recorriendo la almohada y yo solo pensando en que debo ser quien te haga sonrojar no solo con palabras sino con el alma.
Morder tus labios apasionados, rozar el secreto que guardas para cuando el camino nos lleva a la cama, decirte al oído las cosas que son verdaderas y con el corazón sinceras...